Laberintos de la Memoria

Leía hace días sobre ¿qué pasa con las cosas que soñamos? ¿a dónde van al abrir los ojos? ¿por qué se siente real lo que es irreal?

Hay gente que dice no soñar (o no recordar lo soñado); habemos quienes diariamente nos levantamos con una película nueva que nos invita a pensar.

También hay sueños que se repiten como un loop en el tiempo y la memoria, como si no lográramos descifrar el enigma, o como si fueran escenarios múltiples de un Universo en el que no acertamos la decisión correcta (¿acaso la hay?).

Suelo escribir las ensoñaciones en mi teléfono, horas después de haberlas tenido; a veces se diluyen entre las ocupaciones del día, otras permanecen encendidas como el fuego inaplazable que incendió la pradera de recuerdos.

Veo los rostros de personas secundarias, platico con ellos, sin embargo, con la protagonista ocurre distinto: existe como una presencia omnipotente a la que jamás veo, huyo de ella y a la vez se le anhela. Con las actrices de reparto no pasa nada especial, aparecen y desaparecen de manera rutinaria.

Las historias son tan diversas y llenas de ficción como una película hecha bajo los influjos del LSD.

Estoy en un lugar y al abrir una puerta he avanzado trescientos kilómetros, los pueblos tienen otros aspectos, la gente muestra rostros distintos, pero son ellos, el dinero se esfuma, los autos vuelan, escucho música que no existe, estoy en sitios, plazas, catedrales que jamás he visto (ni hay), gente tiene habilidades que no posee; a veces hay ansiedad, estrés, calma, adrenalina, soledad, aventura, terror, etc.

Si hubiera un grabador de sueños, sería como «El imaginario mundo del Doctor Parnassus».

Si los días y las noches pasan, ¿por qué los sueños se quedan en la vida que corre? ¿por qué nos alcanzan situaciones que se han quedado muy atrás?

Tal vez la respuesta sea porque la memoria es un laberinto en el que no hay salida y donde todos los caminos conducen al mismo sitio: aquello inconcluso que anhelamos en demasía.

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D E R

velvetfusca@hotmail.com

@Velvetfusca

El Primer Paso

Triste es morir sin saber cómo ni por qué (aunque ya fallecido, eso no importa). La pesadumbre e incógnitas son cuestiones de los vivos. Es aún más triste vivir sin saber qué te pasa.

He ahí la crueldad de quién ignora, de quién se deja llevar por lo que digan los demás, aunque no entienda nada, creando un boceto imperfecto de la realidad.

La vida no sólo es tenerla y ejercerla de manera automática, como una roca que rueda por el desfiladero, o como los ríos que desembocan naturalmente en el océano.

Vivir implica conciencia de ello, ahondar profundamente en todos los procesos vitales que ocurren en un ser humano; discernirlo con los demás, enriquecerlo y darle un significado personal a ese concepto que siempre nos ha traído locos:

VIDA

Esgrime tus ideas y pensamientos con métodos de investigación, actos de fe, lógica profunda, doctrinas filosóficas, teorías humanistas, preceptos espirituales, principios éticos, postulados comunales, leyes y cuestiones morales, y todo aquello que te aporte luz.
Nadie puede venderte la verdad, y quién lo haga, está tratando de estafarte.

Conócete a ti mismo, aunque el camino esté inundado de rocas afiladas que te hieran los pies.

Transítalo con fuerza y sapiencia de que al lograr superar aquellos primeros pasos, una alfombra de césped te curará la heridas.

Empezarás a correr por aquel mundo maravilloso que es tu mente, tu corazón y tu espíritu.

Recuerda, el viaje inicia después del primer paso…

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