¿Votar por el menos peor?

Este 2 de junio, en México se elegirán 20,263 cargos, incluida la Presidencia de la República.

La competencia será ardua.

Las constantes guerras internas en las que se encuentran todos los institutos políticos, quienes cada día se alejan más de su razón existencial: ser plataformas ciudadanas para encauzar proyectos en favor del contexto, desvirtuándose en meros feudos de cuotas e intereses ajenos al pueblo.

La próxima elección se estará llevando a cabo entre una maraña de coaliciones incompletas y difusas, que sirven para que los partidos políticos aseguren espacios, prerrogativas, o hasta les brinde un poco de oxígeno y no perder el registro ante la autoridad electoral, desencadenando una lucha encarnizada en los municipios donde los partidos vayan solos.

Son tantos «partidillos» y «partidotes», que la población tiende a polarizarse. Todo mundo aspira y se siente popular, creyéndose autosuficiente y supremo merecedor del cargo, más no de la responsabilidad que se requiere.

A río revuelto por la fiebre electoral, las familias se diseminan entre las excesivas ¿propuestas?

Algunas opciones cansan (¿otra vez los mismos?), hay otras que aburren (¿y ese qué hace ahí?; también hay quienes sorprenden (¡no sabíamos que tenían esa capacidad!), otros generan empatía (¡andan haciendo su lucha!); existen descubrimientos (¿de dónde es ése?)… éstos y otros ejemplos ocurren en tiempos electorales.

Todos quieren un espacio, puesto o cargo, aunque no se tenga el conocimiento ni idea de lo que se hará en caso de alzarse con la victoria (¡al cabo luego aprendemos, ahí en el transcurso de las cosas!; ¡echando a perder se aprende!). En el peor de los casos, los ánimos se crispan a un nivel insospechado, que hasta se pierden las amistades.

Es así que la política, eso que nos debería de unir en pro del avance de nuestras comunidades, nos confronta y separa, rompiéndose los sagrados hilos de la solidaridad y fraternidad que debe imperar entre los conciudadanos.

El ser humano racional hizo la política.
El ser humano irracional hizo la politiquería.

Pasan los años y los partidos políticos (todos) cada día nos demuestran que se sirven de la politiquería. Impulsan a impresentables, pero que tienen dinero; promueven a ignorantes, pero que son Tik-tokers; candidatean a personajes déspotas o soberbios, pero son de abolengo; … y el electorado no sabe ni por cual opción votar (dicen que por el menos peor).

Ojalá pase la Reforma Electoral que promueve AMLO, para que desaparezcan las candidaturas plurinominales, se eliminen escaños en el Congreso, se recorte el presupuesto a los partidos políticos, y que entre todo eso, surja una nueva conciencia social de participación, alejada también de las candidaturas independientes, que solo fueron un espejismo y disfraz de políticos más quemados que el escape de un microbus.

Sin embargo, poco podemos hacer en estos comicios de 2024, año electoral y decisivo para el rumbo de México.

Deseo que entre todo este caos que deja el maremoto publicitario e infodémico, tengamos un proceso electoral sin contratiempos ni sobresaltos, que ganen los mejores y ocurran cosas benéficas para el país, estado y nuestro bello Morelos con sus comunidades.


DER

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@Velvetfusca